En primera instancia se comprende como una
estructura biológica, pero casi nunca
se asume que está afectado por la sociedad, la cultura,
el tiempo y
el espacio; desde lo anterior, el cuerpo es una construcción ecosistémica y
bio-sico-sociocultural.Socialmente se espera que el cuerpo del macho y la
hembra tengan una complexión antropomorfa. Esta
tiene una relación directa con nuestra etnia,
con las condiciones socioeconómicas que permiten o
no el acceso a los nutrientes necesarios y con las
condiciones propias del ecosistema en el que se vive. Sin embargo,
el cuerpo que vivimos y la percepción de él, ya sea
particular y social está influenciada por aquello
que culturalmente se entiende "debe ser" el cuerpo
de la mujer
y el
hombre; por ejemplo, las mujeres rollizas y con
celulitis que pintaba Rubens no representan el cuerpo de la
mujer de
hoy, como tampoco la mujer de una región del
país se reconoce en su cuerpo como la hace una mujer
de otro lugar en el mundo e incluso en su misma ciudad, en
su mismo barrio. El cuerpo se modela desde una "necesidad
social" por eso, así seamos machos o hembras hacemos
dietas, cirugías plásticas, ejercicio,
exposiciones al sol o cambiamos el color
del cabello; y además, experienciamos y nos
emocionamos frente al cuerpo a través de los
accesorios y vestidos como si estos fueran su
extensión.- El cuerpo
- Identidad
Para Velandia (2005), identidad es
la idea y la sensación móviles que tiene cada ser
humano, en una sociedad y tiempo concretos, de ser lo que busca
ser con relación a la cultura, a otræs(os) seres en
su entorno y consigo mism@, y de seguir siéndolo en el
transcurso del tiempo. Según este autor no se tiene una
identidad como algo construido y terminado, se está siendo
y haciendo una identidad de manera dinámica en relación consigo mism@,
con læs(os) demás, la sociedad y con la cultura a
partir de cómo la persona se
experiencia a sí misma, y con relación a las
demás explica dicha situación y se emociona con
ella.
La movilidad de la identidad, sistemicamente hablando,
hace referencia a la posibilidad que existe de que la identidad
cambie en el tiempo, a partir de las relaciones sociales y por
inter-influencia con el medio, la cultura y la
sociedad.
Velandia (1998) considera que la identidad puede
entenderse como la emergencia de una construcción, no
siempre consciente, que afecta los procesos de
socialización del sujeto; para este autor
la identidad emerge de la vida cotidiana, mas
específicamente de la educación (formal,
no formal e informal) que provee a la personas los referentes del
"deber ser" de la identidad, dichos referentes
están basados en la cultura, son propios de una sociedad y
tiempo determinados, y están afectados por los procesos de
interrelación, interafectación e interdependencia
del individuo con
otros seres humanos, con el entorno y de este con
aquellos.
El proceso de
construcción del "querer ser" implica una ruptura
entendida como una toma de posición frente al "deber
ser". Cada persona se construye a sí misma, tomando
elementos del "debe ser" y en especial, tomando como
referente sus propias vivencias, explicaciones y sentimientos.
Toda toma de posición para su "querer ser" conlleva
escoger una entre múltiples alternativas de las propuestas
por el "deber ser":
- Aceptando plenamente el modelo
- Negándolo rotundamente
- Tomando posiciones moderadas
- Haciendo un sincretismo
La situación y el entorno en el que las personas
se interrelacionan tienen una serie de características que
influyen en el tipo de construcciones identitarias que entre
todas y cada una producen. La sociedad y la cultura como sistemas tienen
resistencia al
cambio; sus redes elásticas por
un lado, posibilitan que læs(os) seres que conforman el
sistema tengan
cambios en su estructura, hacia su "querer ser", y por el
otro, presionan para que las personas tiendan a regresar a la
estructura original ("deber ser"); en la práctica,
en los procesos de socialización las personas se ven
obligadas a alejarse de su "querer ser" para acomodarse
estructuralmente al sistema, asumiendo un comportamiento, un "estar siendo" que puede
explicarse como una acomodación al
macrosistema.
Los cambios en cada un@ de læs(os) seres producen
bucles de retroalimentación que a su vez generan
cambios posteriores en el macrosistema, y en consecuencia en el
desempeño operacional del mismo; es decir,
en los contextos culturales, políticos, de relaciones
sociales y en la misma sociedad.
La identidad no es algo cuya construcción ha
terminado; se está siendo y haciendo una identidad de
manera dinámica en relación con sigo mism@, con
læs(os) demás y con la cultura.
El ser humano es integral, de ahí deriva la
importancia en reconocer las variaciones que emergen de sus
propiedades como sistema, ya sean estas con relación al
sexo, el
género,
las expresiones comportamentales sexuales, la reproducción e inclusive a sus diversas
identidades.
La persona no tiene una identidad sino múltiples
identidades. Tiene identidades particulares con relación a
su sexo, a su cuerpo, a su género, a su orientación
sexual y a sus expresiones comportamentales sexuales.
Nuestro sexo, nuestro cuerpo, nuestros genitales
externos e internos existen a pesar de nosotr@s mism@s, incluso
desde antes de nacer la sociedad nos está construyendo
identidades sociales de sexo, de cuerpo, de género, que
muchas veces distan de la manera particular como cada un@ se
concibe a sí mism@; es decir, que la identidad de sexo, de
cuerpo y de género es tanto particular como social
(identidad social de cuerpo, de género, de sexo), es decir
la que læ(o)s demás tienen de nosotr@s; pero
además lo que expresamos socialmente no siempre y
necesariamente es lo que "queremos ser" sino como nos vemos
obligados, por las mismas presiones sociales, a mostrar, a
aceptar "estar siendo", en tal sentido tenemos una identidad de
socialización (identidad de socialización del
cuerpo, del género, del sexo). Las identidades particular,
social y de socialización son identidades
móviles.
- Géneros
Al hacer referencia al género solemos relacionar
los comportamientos de las personas con su sexo, y por
consiguiente se está haciendo mención a una serie
de condicionamientos sociales del actuar en el intercambio social
de hombres y mujeres. La sociedad no concibe aún un
comportamientos para los intersexuales y por tanto no evidencia
la presencia de personas andróginas ni menos aún de
personas transgénero.
Sin embargo, la sociedad desde su tradición
biopsicosocial y cultural no sólo nos identifica en el
sexo, sino que además nos identifica con un género
que consideran el "deber ser" de cada sexo (identidad
social de genero), que es
un imaginario social para los comportamientos propios del
hombre y la
mujer, al de él se le denomina lo masculino, y al de ella
lo femenino; y con un actuar, igualmente propio y "deber
ser" de cada género (identidad social de rol de
género). A pesar de ello cada individuo de identifica en
un género y en un rol construyendo así una
identidad particular.
Debe entenderse que cada persona realiza
para sí una construcción de identidad de
género y de rol de género en la que transgrede la
tradición del "deber ser" a partir de lo que para
sí mism@, en su imaginario prospectivo, "quiere estar
siendo", sin que por ello niegue totalmente dicho "deber
ser", sino que acepta del estereotipo lo que para sí
asume como parte de lo que "quiere estar siendo". En la
práctica de su experiencia de la cotidianidad la persona
no experiencia ni "el deber ser" ni el "querer
ser", sino lo que por la presión
social y por sí misma acepta "estar
siendo".
Desde esta perspectiva el concepto
género es una construcción ecosistémica y
biopsicosocial que es comprendida, emocionada y experienciada de
manera diferente en cada cultura, tiempo, espacio, sistema social
y persona y en consecuencia, los géneros igualmente son
construcciones y vivencias móviles.
La explicación, la experiencia y las emociones con
respecto a los géneros están determinadas en cada
persona por el sistema; entendemos a las sociedades
como macrosistemas, a los grupos
sociales como sistemas y a læ(o)s sujet@s como
microsistemas que se interrelacionan, interafectan e
interdependen en una tempo-espacialidad, cultura y sistema social
determinados. Esta comprensión nos conduce a entender que
los géneros son auto y hétero-construidos,
autodeterminados y heterodeterminados por las relaciones con
læ(o)s demás y con el entorno.
Cada persona tiene una estructura
psicológica o de pensamiento
(lógico-operativa-emocional), por tanto el aprendizaje es
un proceso triádico en el que confluyen tres formas de
aprender siempre presentes, interactuantes, interafectadas e
interrelacionadas: lógico-teóricas, emocionales y
experienciales; un substrato biológico (lo que es a partir
de su sexo: macho, hembra o intersexualidad), y establece una
serie de relaciones sociales. La interrelación,
interafectación e interdependencia ecosistémica de
estos tres aspectos posibilita una comprensión,
experienciación y emoción de género, una
emergencia particular en cada ser humano, determinando así
una identidad y rol de género igualmente particulares en
cada persona.
Si las identidades son tanto particulares, como sociales
y relacionales, y pueden comprenderse, pensarse y experienciarse
de manera diferente, las masculinidades y feminidades no deben ni
pueden ser entendidas como categorías exclusivas y
excluyentes, sino como estereotipos que las sociedades
establecen, los géneros son un punto en un continuo en el
que los extremos son lo masculino y lo femenino, esos puntos a lo
largo de la línea presentan una serie de variaciones en
las que uno de los estereotipos con sus respectivos
comportamientos y actitudes
puede ser más marcado que el otro o imbricarse, de tal
manera que, en la experienciación de la personas,
desaparecen los limites del estereotipo.
Las identidades de género y de rol
de género están determinadas por la
ubicación de cada persona en dicho continuo. Las
identidades de género y los roles de género son
tantos como personas existen, y no están determinados de
manera permanente en las personas, aún cuando pueden
estarlo, sino que pueden cambiar, es decir son móviles, de
acuerdo con los procesos emocionales, experienciales,
teóricos, relacionales, culturales y sociales que cada un@
experiencia en el transcurso de su existencia.
En la cotidianidad experienciamos el mundo; en ella
hacemos una confrontación entre lo aprendido en los
procesos cognitivos y lo que "queremos estar siendo" que
tiene como resultante lo que aceptamos "estar siendo". En
el cotidiano se perpetúan las formas de discriminación, ya que en el cotidiano
solemos actuar de manera inconciente, siguiendo sin darnos cuenta
el lenguaje y
el actuar colectivo y proveyendo explicaciones eminentemente
emocionales aunque concebidas como racionales.
En el cotidiano aprendemos los conceptos normativos,
básicamente en la familia y
en la iglesia;
aquí también aprendemos las organizaciones y
las instituciones
como la familia, el
sistema
político, el mercado laboral, el
sistema
educativo y la política, en
consecuencia también aprendemos las relaciones de poder, de
dominación-dependencia, de inequidad, el sexismo; en el
cotidiano aprendemos las identidades, las subjetivamos y
construimos las subjetividades masculinas, femeninas y en
tránsitos de genero. Con todos estos elementos explicamos
y representamos el cuerpo, los géneros, las orientaciones
sexuales, las expresiones comportamentales sexuales, en fin, las
sexualidades.
Lo aprendido tiene como fundamento el conocimiento
científico. Es decir, los diferentes desarrollos
teóricos, experienciales y emocionales que estructuran
nuestro pensamiento, vivencia y emoción.Dependiendo de la cultura, el tiempo y el espacio en
los que estamos inmersos en la interiorización de los
géneros, se da primacía a un tipo de conocimiento en ello pesa la tradición
cultural, científica y social con relación a
ciertos paradigmas
que determinan una epistemología, una ontología y una socio-antropología, es decir, una manera de
ver, entender y explicar el mundo, una manera de entender
cómo nos relacionamos con el mundo y una manera de
comprender a los seres humanos y las relaciones sociales,
interpersonales y consigo mism@ que ellæs(os)
construyen.Básicamente se pueden agrupar las maneras de
ver, entender y explicar el mundo (epistemologías) en
tres grandes mapas
comprensivos o lógicas de pensamiento:La primera de esas lógicas es la
objetivista. En ella, el mundo se comprende de manera
lineal. En este paradigma el
conocimiento se obtiene a partir de una
ontología en la que la realidad misma, que es
externa al sujeto conocedor, es asumida como realidad
objetiva externa. El sujeto es en sí mismo, por
tanto existe como tal y su actuar debe corresponder con
ese ser. En la lógica lineal "A" conduce a "B" y
"B" a "C", de donde se desprende que si el sujeto es
macho, debe tener en consecuencia una identidad
masculina, razón por la cual debe comportarse en
un rol que se desprende de dicha identidad.- Epistemología objetivista
La segunda de esas lógicas es la
subjetivista. Hace énfasis en las estructuras en las que las relaciones,
además de lineales son verticales. Desde este
paradigma el sujeto tan sólo puede ser y actuar de
acuerdo con aquello que su estructura corporal determina
como la única vía posible de identidad y
relacionamiento. El individuo responde a un "deber ser"
que es predeterminado biológicamente en una
lógica excluyente: el sujeto es "A" o es "B". Si
el sujeto es macho entonces tan solo puede ser aquello
que su estructura física y mental le posibilita ser,
por tanto "debe ser" además masculino,
heterosexual y falocrático. - Epistemología subjetivista
La tercera de esas lógicas es la del
pensamiento sistémico constructivista y de la
complejidad. Desde este paradigma el ser humano se
comprende de manera circular (en circulación de
energías) y como una globalidad en la que su parte
lógica está directamente influenciada por
sus partes emocional y operativa. En su
interrelación con la realidad el ser humano
produce una serie de procesamientos en los que las
emociones juegan un papel determinante en la
comprensión y relación con los demás
seres, proveyendo un papel primordial al entorno en el
que el/ella se encuentra, y los efectos se generan no
sólo desde sí mismos, sino también a
partir de las emergencias que se crean en la
interrelación, interafectación e
interdependencia entre los sujetos y el entorno en el que
ellos se encuentran.Desde esta perspectiva, el ser humano es un ser
social y cultural, único, irrepetible,
trascendente, evolutivo, dinámico e
histórico como también presente y al mismo
tiempo futuro; se interrelaciona, interafecta e
interinfluencia con læ(o)s otræ(o)s y el
entorno a partir de sus emociones, de las que
además desprende las explicaciones y experiencias
con respecto a sí mism@, el resto de las personas
y el mundo que lo rodea, de modo que las sexualidades, es
decir, las orientaciones sexuales, las identidades de
género y sus experiencias son continuos que
dependen no sólo de sí, sino también
de las emergencias que se generan a partir de sus
vinculaciones con las demás personas, el entorno
social, cultural y espacial en que se halla inmerso en un
tiempo determinado; en consecuencia, su sexualidad no es un hecho terminado, sino
que está siendo reconstruido en cada momento de la
existencia.El imaginario prospectivo se posibilita en el
encuentro entre la tradición y la cotidianidad,
entre el conocimiento científico y la
experienciación en el cotidiano. La persona
interioriza el género realizando una serie de
conexiones eminentemente particulares entre lo
experienciado por sí mism@ y en la relación
con læ(o)s demás y el entorno, y el
conocimiento adquirido.El género se aprende en diferentes
espacios. Tradicionalmente el conocimiento
científico se imparte en la escuela, pero de allí se extiende y
se retroalimenta en la cultura que es trasmitida por la
iglesia, la familia, a todos los espacios de la vida
cotidiana, en especial de los medios
masivos de comunicación.Igualmente adquirimos conocimiento en el
encuentro y desencuentro con padres, madres, herman@s,
amig@s, pastores, sacerdotes, religios@s, en todos los
espacios de encuentro de la vida cotidiana (clubes,
grupos
de amigos, espacios deportivos) como también de
los medios masivos de comunicación. - Epistemología sistémica
Un lugar privilegiado de conocimiento somos
nosotr@s mism@s, el lugar donde se interioriza
primordialmente el conocimiento es el cerebro. Los rastreos cerebrales
médicos posibles gracias a los avances de la
tecnología prueban que desde el
cerebro sentimos, actuamos y pensamos, razón por
la que además nuestro cerebro determina
quiénes somos y por tanto nuestras
identidades.Cada proceso que nuestro cerebro realiza se
efectúa en un área determinada del mismo y
está orientado a una función específica. Una
neurona es un bloque constructivo del
cerebro que induce a sentir, actuar o pensar disparando
impulsos nerviosos a través de ramas de neuronas
que están conectadas a otros cientos de ramas que
a su vez están interconectadas a otros cientos de
ramas y así sucesivamente. Las cadenas de neuronas
"conectadas" unas a otras en realidad no se tocan, sino
que se produce entre ellas un campo químico que se
produce cada vez que una neurona dispara su
energía; siendo precisamente ese cóctel de
substancias químicas llamadas neurotransmisores el
que controla la actividad cerebral. Las neuronas hacen
cien millones de millones de conexiones o
sinapsis.El cerebro funciona como un sistema, por tanto
es más que la suma de todas sus partes. Las
emergencias del cerebro no se producen en una sola
neurona, sino en muchas de ellas que trabajan conjunta y
simultáneamente. Cada grupo
de neuronas se encarga de un proceso y posibilita
diferentes habilidades más desarrolladas como el
lenguaje o la
memoria, o menos desarrolladas como el movimiento. La forma, el color, la
temperatura se procesan separadamente y
sumándolas tenemos una "visión coherente"
del mundo.Las habilidades menos desarrolladas se realizan
automáticamente sin pensarlas y son ordenadas
desde el cerebelo. Una actividad que se ha practicado
reiteradamente es aprendida por el cerebelo y realizada
automáticamente. El cerebelo da el comando
necesario al resto del cuerpo mandando instrucciones sin
que nos percatemos de ello; de hecho su funcionamiento es
más preciso cuando se realiza sin hacerlo
conscientemente. Desde el cerebelo estamos igualmente en
capacidad de usar cualquier herramienta y hacerla una
extensión de nuestro cuerpo con la que estamos en
capacidad de modificar el mundo.Con el crecimiento del cerebro se
posibilitó la
organización del caos externo, ordenando,
clasificando, categorizándolo.- El cerebro emocional
La tarea más difícil que realiza
nuestro cerebro es la comprensión de las otras
personas para posibilitar la convivencia ya que la
sociedad humana es la más compleja de todas las
sociedades y la forma como nos relacionamos con
læ(o)s otr@s sólo es posible gracias al
desarrollo de nuestras capacidades
cerebrales y muy especialmente de nuestras
emociones.La conciencia de sí y de læ(o)s
demás es la habilidad más grande que hemos
desarrollado. El desarrollo de la
personalidad nos permite entrar prevenidos a nuestras
actividades y pensamientos, ya que sin la conciencia
seríamos algo más que robots atravesando
por la vida sin emociones. La conciencia está
directamente relacionada con nuestras emociones y nos
permite apreciar y valorar lo experienciado en la vida
cotidiana, las cosas de la vida, el
amor, el conocimiento científico, la
ciencia, a nosotr@s mism@s y a læ(o)s
otr@s.En "La Inteligencia emocional", Goleman (1996) se
plantea que una visión de la naturaleza
humana que pasa por alto el poder de las emociones es
lamentablemente miope, y que el mismo nombre de Homo
Sapiens, la especie pensante, resulta engañoso a
la luz de
la nueva valoración y visión que ofrece la
ciencia con respecto al lugar que ocupan
las emociones en nuestra vida. Este autor alega que en un
sentido muy real tenemos dos mentes, una que piensa y
otra que siente. Estas dos formas fundamentalmente
diferentes de conocimiento interactúan para
construir nuestra vida mental. La mente racional, es la
forma de comprensión de lo que somos
típicamente conscientes: más destacada en
cuanto a la conciencia, reflexiva, capaz de analizar y
meditar. Pero junto a ésta existe otro sistema de
conocimiento impulsivo y poderoso, aunque a veces
ilógico: la mente emocional.Como lo afirma Jennings (2001), es imposible
tener un sistema de razonamiento que funcione bien sin un
sistema de emociones que lo haga correctamente. Lo que la
persona piensa, lo que la persona cree, los problemas que solucione, sus formas de
razonar no existen en el vacío, ya que siempre hay
un respaldo de las emociones. Para él no somos
máquinas pensantes sino
"máquinas emocionales que piensan". Sus investigaciones han demostrado que si el
cerebro pierde la región relacionada con la
creación de sensaciones no es que se elimine la
capacidad de producir emociones, sino la de sentir las
que se producen al no poder experimentar la conciencia de
la emoción. En la
entrevista realizada por Daniela Rusowsky, titulada
"Cambiemos nuestras conversaciones y haremos un mundo
distinto" publicada en la Internet,
él comenta "Decimos que los seres humanos son
seres racionales. Yo pienso que eso no es verdad. La
razón la usamos para justificar las
emociones."Al perder contacto con las emociones se pierde
contacto con el pasado; los recuerdos y las emociones que
nos acompañan guían cada una de nuestras
decisiones. Todas las situaciones que la persona
experiencia en la vida, por ejemplo su identidad de
género o de rol de género, inevitablemente
están relacionadas con algún tipo de
emoción.Toda decisión que la persona toma
está relacionada por su similitud con una
experiencia previa. Cuando la persona debe decidir,
aparece en su memoria un recuerdo emocional que se
manifestará como un presentimiento que lo
guiará hacia una u otra opción. Desde esta
visión las emociones pueden considerarse un mapa
de navegación que nos apoya en la toma de una
decisión que emocionalmente determinamos como
correcta. Si dicho mecanismo emocional no funcionara la
persona quedaría a merced de sus procesos
lógicos y éstos no serían
suficientes para la toma de
decisiones.Las emociones, afirma Goleman, nos ayudan a
determinar qué hay de bueno y de malo en nuestro
mundo. Por ellas sabemos que hay discriminación, sexismo, homofobia,
mayor reconocimiento de los hombres que de las mujeres.
La emoción nos da una imagen
de nosotr@s mism@s pero podemos perder el control de esa imagen y sentir que no hay
futuro para nosotr@s. Por ejemplo, en un estado
de depresión severa la persona pierde
el equilibrio entre las emociones, el
pensamiento, las prácticas y la
razón.El cerebro es capaz de generar toda una
colección de pensamientos, pero es la
emoción la que ocupa el centro de nuestra vida; en
consecuencia la vida está regulada por las
emociones y la interacción de ellas con los
procesos
de pensamiento es lo que somos. Más que seres
racionales somos seres emocionales ya que en nuestras
vidas no hay ningún momento libre de emociones, de
ahí la importancia de centrarnos en
conocerlas.Daniel Goleman (1996) plantea que: "Toda las
emociones son impulsos para actuar" es decir, que las
emociones son los motores de la acción humana, son los recursos para enfrentarnos a la vida y sus
múltiples relaciones. En el contexto de este
documento, las emociones no son concebidas como lo que
corrientemente llamamos sentimientos, sino como las
plantea Maturana (1977): "Las emociones son en esencia
impulsos para actuar, planes instantáneos que la
evolución nos ha dado, para
enfrentarnos a la vida, lo que sugiere que en toda
emoción hay implícita una tendencia a
actuar. Es decir, plantea que las emociones son impulsos
arraigados que nos llevan a actuar, motivo por el cual
los biólogos no dudan en otorgarle a las emociones
un papel fundamental en la evolución humana".
Estas tendencias biológicas a actuar están
moldeadas además por nuestra experiencia de la
vida, de la cultura, de la sociedad y de las relaciones
sociales.Nuestra actitud frente a los derechos
de los distintos géneros no es entonces un
constructo racional sino eminentemente emocional, pero
expresamos nuestros constructos racionales por medio de
conversaciones.Maturana discurre "Todo vivir humano ocurre en
conversaciones y es en ese espacio donde se crea la
realidad en que vivimos… Los seres humanos usamos
el hacer para justificar o negar la emoción donde
nos encontramos. Existimos en el entrelazamiento del
lenguajear y el emocionar… Este entrelazamiento yo lo
llamo conversar, que viene del latín "dar vueltas
juntos"."Las historias que contamos sobre cómo
vivimos constituyen el mundo que vivimos. Si queremos
vivir distinto sólo tenemos que vivir distinto,
generar conversaciones que constituyan ese otro vivir.
Cambiemos nuestras conversaciones y haremos un mundo
distinto… El lenguaje no puede haber surgido en la
agresión que restringe la convivencia, sino en el
amor".
Los géneros son realidades creadas y contadas en
las conversaciones.No se niega que en cuanto a lo racional, somos
racionales, ya que tenemos sistemas de argumentos desde
los cuales argüimos. Maturana igualmente asume que
"Todo sistema racional se funda en alguna
emoción que da validez a sus premisas. Escogemos
ciertas premisas como puntos de partida y como elementos
que en sus coordinaciones, de acuerdo con sus propiedades
y características, constituyen el sistema
racional". Entonces, en nosotr@s, lo racional no es
una cosa en sí, propia y particular que pueda ser
la misma en cualquier circunstancia. Continúa
afirmando "Yo digo que hay distintos sistemas
racionales, cada uno definido desde un conjunto de
premisas fundamentales, de las cuales se constituye cada
sistema de argumentaciones… No porque somos
racionales dejamos de ser emocionales. Es a eso a lo que
yo hago referencia cuando digo que todo lo humano se da
en el conversar."Este Biólogo afirma "Todas las acciones humanas se fundan en alguna
emoción. El amor es una de ellas. Pero
también están la agresión, el miedo,
la pena, la vergüenza, la envidia, la codicia. El
ser humano es intrínsecamente emocional y las
emociones constituyen los fundamentos que especifican los
dominios de acciones en que nos movemos en cada instante.
Por esto digo que las distintas emociones constituyen
distintos dominios de acciones… Del amor
también nació el lenguaje como un sistema
de coordinaciones conductuales consensuales. El lenguaje,
como dominio de coordinaciones conductuales
consensuales, puede surgir solamente en una historia
de coordinaciones conductuales consensuales. Esto exige
una convivencia basada en la aceptación mutua. Si
no hay interacciones en la aceptación mutua, se
produce separación o
destrucción." - Cerebro y sexualidad
- Ontología del Lenguaje (como generador
de mundos)
Echeverría, sustenta la tesis de
que "lo social, para los seres humanos, se constituye en el
lenguaje. Todo fenómeno social es siempre un
fenómeno lingüístico" (Echeverría,
1996).La invención del alfabeto transformó
nuestras "categorías mentales", con relación a
la manera en que læ(o)s seres humanos se piensan sobre
ellos mismos y sobre el mundo. El poder del pensamiento
generó la ilusión de que dominábamos la
naturaleza, convertimos el pensar en el tipo
de acción único por excelencia y lo catalogamos
como superior, y con ello determinamos la existencia de
"acciones inferiores". La distinción entre la teoría y la práctica se
consumó. Las acciones de la vida cotidiana se
asumían de manera subordinada, aún más
cuando no eran conducidas por el pensamiento.Es en este contexto en el que toma fuerza el
postulado de que un(a) ser humano es un ente racional. La
razón es lo que nos hace diferentes de las otras
especies; es mediante ella que asimos el ser de las cosas,
asumiendo que las cosas son lo que son, de acuerdo a su ser.
Creímos que para todas las preguntas existía
una repuesta verdadera, accesible mediante el pensamiento
racional, lo que conllevó a asumir que
éramos capaces mediante la razón de conocer el
verdadero ser de todo lo que nos rodeaba.En el momento histórico que estamos viviendo,
presenciamos nuevamente una revolución en la forma de comunicarnos
con læ(o)s demás, resultado de importantes
innovaciones tecnológicas: el lenguaje
electrónico. Este lenguaje ha incidido profundamente
en la forma en que convivimos, en el pensar sobre nosotr@s
mism@s y sobre el mundo (se eliminan los problemas de la
distancia, se revalúa la sincronía y
asincronía en el tiempo, las limitaciones
físicas ya no son determinantes en la relación
con læ(o)s otr@s) y en la forma en que ocurre el
cambio en
la vida humana, tanto que hoy día, el cambio es un
aspecto permanente de la vida, por lo cual nada permanece
igual por demasiado tiempo. Por ejemplo los conceptos de los
géneros han cambiado con el tiempo.Desde la teoría de Echeverría (1996),
un postulado inicial con relación a lo que comprende
por ontología, es que cada planteamiento hecho por un
observador nos habla del tipo de observador que ese
observador considera que es… Hagamos lo que hagamos,
digamos lo que digamos, siempre se revela en ello una cierta
comprensión de lo que es posible para los seres
humanos y, por lo tanto, una ontología subyacente, es
decir, que cada vez que actuamos o decimos algo, no
sólo se manifiesta el objeto sobre el cual actuamos o
decimos, sino que principalmente se manifiesta una interpretación de lo que significa ser
human@ y, por lo tanto, una ontología.
Pudiéramos decir entonces que cada persona al hablar
de los géneros, sobre todo nos habla de sí
misma y de la manera como entiende, explica y vivencia el
mundo.La mayor fuerza de la ontología del lenguaje
se encuentra en la interpretación que proporciona
sobre el individuo, dado que lo trata a él y a su
mundo como construcciones lingüísticas,
ofreciendo con ello una mayor expansión de
posibilidades humanas.La estructura básica de la propuesta se
nutre, según Echeverría, de tres postulados
básicos: 1). Læ(o)s seres humanos como seres
lingüísticos; 2). El lenguaje como generativo;
3). Læ(o)s seres humanos se crean a sí mismos en
el lenguaje. Veamos:En tanto individuos tenemos la capacidad de
generarle un sentido a la vida, interpretándonos a
nosotr@s mism@s y al mundo que nos rodea. La forma en que
damos sentido a nuestras vidas es lingüística, así, nuestra
identidad, ya sea como personas, género o rol de
género, está asociada a nuestra capacidad de
generar sentido a través de nuestros relatos; no
podemos separar de nuestros relatos y al modificar el relato
sobre quiénes somos, modificamos nuestra
identidad.Además de lo señalado, es necesario
tomar en cuenta el carácter social del lenguaje, es decir,
que en tanto personas, somos lo que somos debido a la cultura
lingüística en la que crecemos, la persona no
sólo es una construcción
lingüística sino también social, cultural
y relacional. Si la personas se vivencia en el genero se
comprende entonces que los géneros son construcciones
lingüísticas tanto particulares como
sociales.Las formas como conferimos sentido y como actuamos
descansan en un trasfondo de relatos e historias generadas en
la comunidad y
en sus prácticas vigentes. Nos constituimos siempre
dentro y a partir del trasfondo de esos discursos
históricos (metarelatos) y de esas prácticas
sociales.El lenguaje no sólo permite describir
realidades, también las crea, genera al Ser. La forma
en que una realidad externa existe para cada ser humano es
lingüística; cuando algo se convierte en parte de
nuestras vidas, cuando la realidad externa existe para
nosotr@s, ya no es externa y la hacemos existir para nosotr@s
en el lenguaje. Al conceder al lenguaje la peopuiedad de ser
generativo, decimos que es acción, es decir, que no
sólo a través de él hablamos de las
cosas, sino que nos brinda la capacidad de alterar el curso
de los acontecimientos: hacemos que las cosas ocurran,
creamos realidades, modelamos el futuro, nuestra identidad y
el mundo en que vivimos. Por ejemplo, al decirle a un hombre
que lo consideramos "mariquita" o que se va a morir a causa
del sida creamos
opciones diversas, cerramos posibilidades para él y
para otr@s, interviniendo activamente en el curso de los
acontecimientos.Las cosas no tienen nombres, nosotr@s se las damos,
y en ese proceso las constituimos en la distinción en
lo que para nosotr@s son afirma Teodoro Pérez, (2001).
Por su parte Maturana (1995) aporta a esta perspectiva,
partiendo del hecho de que como seres humanos acontecemos en
el lenguaje y toda actividad humana lo tiene como ambiente
condicionante, es decir, que este nos precede como mundo
lingüístico al nacer y nos configura como humanos
al aprehenderlo: "somos concebidos, crecemos, vivimos y
morimos inmersos en las … palabras y la reflexión
lingüística y por ello y con ello, en la
posibilidad de la autoconciencia … Toda nuestra realidad
humana es social y somos individuos, personas, sólo en
cuanto somos seres sociales en el lenguaje". Por el lenguaje
logramos distinguir que somos hombres o mujeres y al
lenguajear-nos, por ejemplo hombres, estamos afirmando que
somos machos, masculinos, heterosexuales, que tenemos el
poder y cuando no pensamos que es así debemos aclarar,
en el lenguaje, a qué tipo de hombre hacemos
referencia.Fruto de los anteriores postulados básicos,
se desprenden tres principios
generales de la propuesta de la ontología del lenguaje
que de asumirse trae cambios radicales en nuestra forma de
ser y estar en el mundo, de vivenciar y explicar los
géneros, las sexualidades, la salud:No sabemos cómo las cosas son. Sólo
sabemos cómo las observamos o cómo las
interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos. Al decir
que un hombre es masculino o que una mujer es femenina
estamos suponiendo que ella se comporta de una determinada
manera, pero no sabemos si su práctica es esa. Es
probable, inclusive, que observemos en esa persona una
práctica concreta y que por ella determinamos que la
persona es "así", pero nosotr@s tan solo tenemos una
apreciación del(a) otr@ en un momento y espacio
específicos, y esa apreciación que nosotr@s
expresamos no es el/la otr@ sino nuestra visión
particular de ese momento sobre él/ella.El problema consiste en que con el lenguaje hemos
creado estereotipos y al lenguajear sobre las personas las
estereotipamos, les creamos una manera de ser, a la cual
además con el lenguaje le damos existencia. Al
estereotiparlas igualmente estamos haciéndolo a partir
de las creencias, actitudes, normas y
valores
que conforman nuestra concepción del mundo, y la que
esperamos experiencie en su mundo social, sus relaciones
interpersonales e institucionales, la persona
estereotipada.Si asumimos esta postura, la de dar realidad con el
lenguaje, necesariamente abandonamos toda pretensión
"tradicional positivista" de acceso a la verdad. Recordemos
que ser y verdad son dos bases fundamentales de la
concepción metafísica, por tanto si ponemos en
duda el acceso al ser, al cómo las cosas son, se pone
en duda también, cualquier pretensión de acceso
a la verdad. Ello no implica negar la existencia de las
cosas, lo que se niega es que las podamos conocer en lo que
realmente son, independientemente de quien las
observa.No sólo actuamos de acuerdo a como somos,
también somos de acuerdo a como actuamos. La
acción genera ser. Uno deviene de acuerdo a lo que
hace. El ser no es inmutable porque constantemente estamos
siendo. Nuestras acciones no sólo revelan cómo
somos, sino que también nos permite transformarnos,
trascendernos y construir un ser diferente. Ello posibilita
que si la persona se autoriza a actuar distinto, genere una
comunicación distinta: lo que expresa sobre sí,
lo que læ(o)s demás expresan con respecto a
él/ella como también una relación
comunicativa ya que el/la otr@ l@ percibe
distinta.Las personas actúan de acuerdo a los sistemas
sociales y la cultura a los que pertenecen. Pero a
través de sus acciones, aunque condicionados por estos
sistemas sociales, también pueden cambiar tales
sistemas sociales y culturales. Nos constituimos como
personas desde el sistema de relaciones que mantenemos con
læ(o)s demás, es decir, que somos componentes de
un sistema social más amplio, el lenguaje. Nuestra
posición dentro de este sistema es lo que nos hace ser
los individuos particulares que somos, por tanto, es
necesario mirar la relación entre el sistema social,
la cultura y el individuo, dada su permanente
retroalimentación.Si cada un@ de nosotr@s estable relaciones
distintas, si el lenguaje para comunicarse sobre sí y
sobre læ(o)s demás cambia, por ejemplo no
utiliza un lenguaje sexista, homofóbico,
discriminatorio o de poder, entonces las relaciones que
establece cambian y se produce un cambio en las relaciones
del sistema social, cultural y relacional al que pertenece,
de ahí la importancia de que asumamos un discurso
positivo de los género, las sexualidades, el sida, ya
que esto obliga a comunicar-nos en un lenguaje distinto y
generar relaciones distintas entre los seres
humanos.El aspecto critico no solo se centra en la persona
sino además en las interrelaciones que ésta
genera. Toda interrelación que se soporte en el
sistema sexo-género genera lenguajes desde y con los
cuales se explican y vivencian las relaciones interpersonales
y sociales, que como es evidente son relaciones de
dominación, por tanto son este tipo de relaciones
aquellas en las que primordialmente debe generarse un
lenguaje distinto."La función del sistema sexo género
-como forma de análisis de la realidad- es la toma de
conciencia crítica de cómo ha sido
históricamente y es en la actualidad la
dominación de las mujeres por los hombres, para poder
establecer nuevas relaciones
humanas que erradiquen la discriminación"
(Barragán, Guerra,
Jiménez, 1996, p. 16). La relación entre sexo y
género, entre cultura y biología se ha analizado bajo la
denominación "sistema: sexo/género".
Según Scout (1986), este sistema es el conjunto de
disposiciones por el que una sociedad transforma la
sexualidad biológica en productos
de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas
necesidades humanas transformadas.La definición de "sistema:
sexo/género", hace hincapié en el papel de la
sociedad en la transformación de lo biológico
pero deja de lado que en dicha transformación las
emociones juegan un papel determinante, ya que como lo hemos
explicado, más que seres racionales somos seres
emocionales.Si se desea comprender las sexualidades se debe
hacer hincapié, no sólo en que están
referenciadas, influenciadas, afectadas y dependes de los
sexos, géneros y las orientaciones sexuales en cada
persona, grupo y sociedad. Las emociones juegan un papel
determinante en la concreción y movilidad de la
orientación sexual y de la identidad de
orientación sexual en las personas. Las emociones nos
determinan en una cualquiera de las orientaciones
sexuales.Si queremos entender las acciones humanas no tenemos
que mirar el movimiento o el acto como una operación
particular, sino a la emoción que lo posibilita. Un
diálogo entre dos personas será
vivido como agresión o accidente, según la
emoción en la que se encuentran læ(o)s
participantes; igualmente, la orientación sexual y
desde ella el encuentro con el otro, el/la otre o la otra en
el deseo, lo afectivo, lo erótico y lo genital
será vivido desde la emoción que surge en el
momento del encuentro. No es el encuentro lo que define lo
que ocurre sino la emoción la que constituye dicho
encuentro como acto. De ahí que los discursos
racionales, por impecables y perfectos que sean, son
completamente inefectivos para convencer a otro si el habla y
la escucha se llevan a cabo desde emociones distintas que no
les permiten sintonizarse.- Epistemologías y
sexualidadesSi sexo es una definición que se comprende de
forma binaria eminentemente biológica, la sexualidad,
que es una dimensión eminentemente humana basada en el
sexo, desde esta perspectiva únicamente es posible
explicarla desde la posibilidad binaria de relacionamiento
macho penetrador-hembra penetrada y por tanto, se excluye
cualquier otra posibilidad de relacionamiento entendida con
fines no procreativos.En cambio, si sexo es entendido como
definición psicosocial, se evidencia que la
orientación sexual "normal" es la heterosexualidad
exclusiva en hombres y mujeres ya que debe corresponderse con
el "deber ser" tanto de la identidad como del rol de
género.Si se percibe la sexualidad como una
definición en continuo y además móvil,
logramos intuir además, que la orientación
sexual no puede ser explicada desde el estereotipo
heterosexual sino a partir de las posibilidades que se
establecen con base en las diferenciaciones de sexo, y las
identidades y roles de género. Es decir, que puede
comprenderse que emocional y físicamente los seres
humanos están en posibilidad de relacionarse no
sólo desde la experiencia heterosexual sino
también desde las homosexualidades, lesbianidades o la
bisexualidades; en otras palabras, ya no en exclusiva y
excluyente sino posibilidad de movilidad.Si a lo anterior añadimos que cada ser humano
es único e irrepetible, podemos entonces recapitular y
afirmar que no puede hablarse de la sexualidad como un
estereotipo sino de experiencias particulares asumidas por
cada persona y por tanto, debe hablarse de sexualidades; de
lo anterior se desprende que existen tantas homosexualidades
como sujetos experiencian particularmente su homosexualidad y en consecuencia, igualmente
existen lesbianidades, bisexualidades y
heterosexualidades.Velandia (1999) pina que las mujeres y hombres pasan
por un proceso de de-construcción
re-construcción de su identidad sexual y de
ellæ(o)s mism@s. Proceso al que denomino de
identicación, o proceso de hacerse igual a sí
mismo desde un modelo
particular basado en el deber ser socializado, en el cual el
individuo se hace eje y motor de
su propia existencia. El proceso de identicación se
asocia con el aproximarse a ese "querer ser" y la identidad
con el aceptar el "estar siendo". Tanto para la
identificación particular como para la
identicación particular la persona requiere
reconocer-se en una múltiple
construcción:Lo que aceptamos estar siendo biológicamente
como hombre, mujer o persona en una de las intersexualidades
(identidad particular de sexo);La manera como nos reconocemos a partir de nuestros
genitales externos (identidad particular genital);La forma como asumimos nuestro cuerpo (identidad
particular de cuerpo);La emoción que nos produce estar siendo en
función de reconocernos hombre, mujer o persona en una
de las intersexualidades (identidad particular de
género);La forma como nos identificamos en nuestros
comportamientos, nos relacionamos en el intercambio genital,
social, cultural, productivo y las connotaciones que ello
tiene (la identidad particular para el rol de
género);La escogencia personal e
íntima de él o la sujeto-objeto con el o la
cual asumimos nuestra conducta
sexual, es decir nuestro deseo, erotismo, afectividad y
genitalidad (identidad de orientación sexual
particular).La heterosexualidad se ha identificado como el
patrón social de relacionamiento, inclusive para
muchos(as) de quienes se experiencian en las homosexualidades
o las lesbianidades sigue siendo el modelo desde le que se
concibe la relación de pareja, e igualmente es el
patrón de lenguaje con el que læ(o)s agentes
externos a la misma, validan o rechazan una relación
en cualquiera de las orientaciones sexuales y en consecuencia
el deseo, el erotismo, la afectividad y la genitalidad como
también las identidades particulares, sociales y
relacionales de læ(o)s miembr@s de la
pareja.Badinter (1993) considera que aunque el lenguaje y
la vivencia de la heterosexualidad ha cambiado y con ella el
concepto de masculinidad, señalan los
constructivistas, subsiste el poder que el hombre mantiene
sobre la mujer, como también el poder que el hombre
tiene sobre aquellos que reniegan de su posibilidad de serlo;
recordemos que suele lenguajearse socialmente que ser
homosexual es no ser hombre. Algun@s homosexuales y lesbianas
han experienciado relaciones distintas a las relaciones
heterosexuales de poder, inclusive algun@s heterosexuales y
bisexuales también lo han hecho, pero en especial
algunos homosexuales, personas transgéneros,
transexuales, intersexuales y transvestis han lenguajeado y
experienciado los géneros de manera diferente a la
tradicional; entre ellos y ellas encontramos desde
læ(o)s hipermasculin@s a læ(o)s hiperfemenin@s
que transgreden el "deber ser" social de los
géneros, de las genitalidades, de la expresión
de los erotismos y las afectividades.Esto se evidencia aún más en la
crisis del
sida, en la que los homosexuales trabajando en este
área han transformado la ideología de la masculinidad desde su
experienciación al asumir el rol de
acompañantes compasivos, solidarios, respetuosos,
generosos, tiernos, cariñosos, asumiendo
características reconocibles como propias del
"deber ser" de las feminidades. Si entendemos a los
géneros como ideologías del poder podremos
darnos cuenta que al transgredir sus patrones de
relación y comportamiento estamos realizando una
transformación ideológica y a la vez
comprobando que los géneros y las relaciones que a
partir de estos se suscitan, por ser un artificio del
lenguaje, son transformables, reconstruibles, modificables y
sobre todo transgredibles, y en últimas, que las
masculinidades y las feminidades pueden emocionarse,
explicarse y vivenciarse de manera distinta. En todo tiempo,
espacio, cultura y sociedad existen simultáneamente
distintas formas de experienciar las masculinidades, algunas
son dominantes, otras marginales, otras estigmatizadas,
compiten entre ellas pero igualmente todas se sustentan en el
"deber ser" de la masculinidad, igual sucede con las
feminidades.Muy seguramente la mayoría de las personas no
son concientes de los cambios ideológicos que
están generando, probablemente lo son de sus afectos,
las necesidades sociales, la intolerancia, la
incomprensión, la falta de respeto,
la segregación y otras estrategias que se aplican contra personas
marginales (el sida, la homosexualidad y algunas expresiones
comportamentales sexuales los hacen marginales) los obliga a
relacionarse, a lenguajear de manera distinta y por tanto a
experienciarse de manera diferente en el cotidiano; y aun
cuando en el cotidiano se perpetúa la
dominación también se hace evidente que es el
cotidiano, más que el discurso y la producción científica las que
minan la ideología cambiando de la convivencia
patriarcal a la convivencia solidaria y
democrática.Sin embargo, no se puede negar que algunos de estos
hombres están a la vanguardia
de los estudios de la masculinidad al permitirse investigar,
emocionar y producir a partir de las relaciones de
género que ahora experiencian.Además, los otros hombres -homosexuales o no-
y las mujeres que están a su lado co-construyen
relaciones distintas que igualmente son experienciadas en
otros momentos del cotidiano con otros hombres y mujeres,
creando así una estrategia
que demuestra a la sociedad que el género y las
relaciones de poder son transformables.La salud es uno de los aspectos en los que las
relaciones de poder a simple vista parecen no tener mucha
influencia; a pesar de ello, los estudios críticos
sobre género y salud comenzaron a investigar la
enfermedad en los hombres subrayando como las diferencias de
poder configuran las relaciones entre hombres y mujeres,
hombres y hombres, y mujeres y mujeres. Como ya hemos visto y
ejemplificado, la identidad de género y sus
comportamientos tienen una fuerte influencia emocional y son
las mismas personas quienes activamente las construyen,
remodelan y mantienen; demostrando así, que las
masculinidades y las feminidades son emergencias de los
procesos de convivencia social; y que por tanto, aun cuando
siguen siendo estereotipos, son en esencia estructuralmente
dinámicos. Tendríamos que centrarnos en
recordar algunos criterios de la ideología de
masculinidad para desde ellos mismos abordar el problema de
la salud. Algunos principios de la masculinidad tradicional y
lineal positivista son:Ser hombre es no ser mujer. Como afirma Badinter
(1993), el hombre no puede permitirse en el ejercicio de su
masculinidad ningún asomo de comportamientos que
puedan identificarse con lo femenino porque inmediatamente
"deja de ser" una fiel copia del estereotipo, para evitarlo
debe repudiar todo lo femenino.Ser hombre es tener y reafirmarse en el poder. Se es
mas masculino en cuanto más poder tienes, recuerda que
el poder atrae poder y a quienes no lo tienen. El poder se
mide con el poder que tengas, por el acceso a la economía, al mando.Ser hombre es sinónimo de fortaleza. El
hombre no puede perder el equilibrio, debe ser confiaba en
los momentos de crisis, no debe dejarse llevar por las
emociones y ser absolutamente racional.Ser hombre hay que serlo y demostrarlo. Como hombre
se deben tomar riesgos,
atreverse, ir a los extremos, llegar al borde del abismo y si
es posible, saltar sobre él.Kinmel (1997) propone que la ideología de
masculinidad se aplica no sólo contra las mujeres,
sino además contra aquellos otros hombres que parecen
"ser mujeres". Esta ideología se aplica en todos los
momentos del cotidiano, pero en especial se demuestra en la
violencia
social y sexual, en el ejercicio de la paternidad, en la
educación, en la sexualidad y en la
salud. En la salud, y en especial en el caso del sida, este
se vive como una enfermedad de la masculinidad; de la toma de
riesgos.Recordemos que "ser hombre es sinónimo de
fortaleza"; algunos comportamientos de riesgo son
definidos culturalmente como "masculinos" y, además,
los hombres utilizan los comportamientos no saludables para
definir su virilidad (Courtenay 2000, 1998a, 1998b). Por
ejemplo, consumen alcohol en
exceso, practican deportes extremos y
conducen a gran velocidad.
Parafraseando a Courtney se puede decir que un hombre que lo
es debe preocuparse poco por su salud y bienestar general.
Simplemente, debe verse más fuerte, tanto
física como emocionalmente, que la mayoría de
las mujeres, y yo agregaría que incluso que otros
hombres.El interés de los hombres fundamentados en
que "ser hombre es no ser mujer", no sólo influyen en
su morbilidad y mortalidad, sino que además
también influyen en el estado
de salud de las mujeres. Los comportamientos, que en parte
son expresiones de la "masculinidad hegemónica"
Connell (1987), incrementan el riesgo de adquirir y
transmitir enfermedades
de transmisión sexual, entre ellas el VIH/sida, de
muerte por
accidente, y de ser sujeto activo o pasivo de un homicidio.Ser hombre es reafirmarse en el poder; la violencia
de los hombres que victimiza sexual y físicamente a
las mujeres e inclusive a otros hombres, e incrementa las
agresiones sexuales, las enfermedades
de transmisión sexual y los embarazos no deseados, es
una ratificación de este poder.Velandia (1996) considera que las prácticas
de actocuidado y heterocuidado son tradicionalmente
consideradas femeninas. Roter y Hall (1997) en la
revisión de diversos estudios sobre la relación
comunicativa médico-paciente y observaron que las
mujeres están mejor informadas sobre sus enfermedades
que los hombres. La construcción de la masculinidad no
promueve las actitudes o conductas de autocuidado en los
hombres. La experiencia de trabajo
comunitario frente al sida demuestra que suele ser la mujer
quien se encarga, junto a otras personas viviendo con
VIH/sida, del cuidado de los niños y los hombres
enfermos.El cuidado y atención de la salud de los hombres
además de la suya propia supone una carga injusta para
las madres, esposas o compañeras. Es frecuente
observar que en una familia en que una mujer y el hombre
viven con sida y ambos están enfermos, ella debe no
solo cuidarse a sí misma, sino además cuidar de
él y continuar con el cuidado de los demás
miembros de la familia.Rathgeber y Vlassoff (1993), afirman que "un enfoque
de género en la enfermedad examina tanto el impacto
diferencial en las mujeres y los hombres como los contextos
sociales, económicos y culturales en los que viven y
trabajan." Los enfoques del feminismo
crítico aceptan este punto de vista, pero
también apuntan hacia un análisis capaz de
explorar las interrelaciones entre los comportamientos y los
resultados de salud en mujeres y hombres. Veamos un
análisis crítico al respecto realizado por
Velandia (1996) en la Revista
Avances en Enfermería, este autor
comenta:"Dentro de esta misma idea popular de
masculinidad, el hombre se encuentra ligado a las labores
productivas y al sustento económico del hogar.
Así, en los momentos en que el hombre es reconocido
como importante por su salud, generalmente lo es como
hombre-productor. La salud
ocupacional hace de su objeto el hombre-máquina,
buscando con ello evitar que éste –asumido como
engranaje- no le falle al sistema, y se le asiste para que
continúe cumpliendo adecuadamente con el papel que de
él se espera socialmente. Aun cuando la mujer rechaza
del hombre su violencia, la sociedad reconoce y valora al
hombre-guerrero, éste puede destruir la vida y la
naturaleza en su camino al éxito, en especial cuando destruye en
nombre de quienes ostentan el poder, entonces a este hombre
se le considera un triunfador, un héroe. Un tercer
hombre: el político, pareciera ser el sinónimo
del sacrificio, y éste hombre es respetado y valorado
en la medida en que se niega a sí mismo, para
responder a su "compromiso social".Estos tres grupos de hombres tienen en
común la posibilidad de acceder a los programas de
asistencia sin ser rechazados. También tienen en
común que son los hombres, que el género
femenino pareciera rechazar: son los hombres insensibles,
violentos, negados de sí. Son los hombres que parecen,
no amar. Los programas de salud no ofrecen alternativas para
otro tipo de hombres, porque el hombre que enferma es un ser
"débil", cualidad que "pareciera ser eminentemente
femenina" y por tanto aceptada en la mujer pero intolerada en
el hombre. El hombre no puede aproximarse a la ternura,
porque al hacerlo pareciera negar su esencia, por tal
razón un hombre que es tierno, un hombre sensible, es
también un hombre "débil de carácter",
un no hombre. Y los programas de salud están
concebidos para las mujeres, los niños, los ancianos,
para los que no son hombres, para los que perdieron la
"posibilidad de serlo" y no para aquellos que reniegan de
dicha posibilidad. Como afirma Pablo Neruda,
muchos hombres se han cansado de serlo, o más bien se
han cansado de jugar el papel que la mujer reniega pero sigue
esperando que represente el hombre.Pretender rotular los enfoques de la salud desde
un y para un género determinado, sobre todo si la
concepción del género es tan particular y tan
diversa como la misma población, es negar la posibilidad de
la diversidad, pero sobre todo, es pretender que la salud es
más importante para aquellos o aquellas que pertenecen
a un sexo determinado, es reclamar que una diferencia
biológica de la especie asociada con su
reproducción o una construcción cultural como
lo es el género, determinen la validez de la salud
para unos y priven de la misma a otros.Los programas de salud enfocados para mujeres,
como los programas reproductivos (materno infantiles), por
ejemplo, niegan el papel del hombre en los procesos
educativos y formativos de los menores, y en este caso,
niegan incluso el derecho y el deber que los hombres tienen
de paternar y afianzan el papel de la mujer que se reprime
sexualmente o se violenta negándose a si misma para
sacrificarse en el cuidado de sus hijos. Pretender dar
respuesta a un problema social desde uno solo de los
géneros, será siempre una respuesta sexista y
sesgada, y por tanto una respuesta parcializada. Una
respuesta que no lo es. Se convierte entonces en "un
pañito de agua
tibia", en un placebo ante una situación que amerita
una medicación correctamente aplicada.La salud no puede ser entonces solamente un elemento
brindado a partir de los constructos culturales y de los
limitados imaginarios establecidos sobre los géneros,
debe ir más allá; las particularidades y
autodefiniciones de los individuos requieren de paradigmas
más equitativos en la prestación del servicio.
La salud no es un problema de géneros, la salud mucho
menos es un problema de las mujeres o los hombres en
particular, la salud es una necesidad de todos: un problema
del género humano (Velandia, p.106 – 1007,
1996.)."- Las relaciones de género hombre-mujer
afectan la salud
- Las relaciones de género hombre-mujer
- Sexos, géneros,
orientaciones sexuales comprendidos(as) desde la
epistemología sistémica y la ontología
constitutiva
Zambrana (1997). Considera que "Distintos estudios sobre
enfermedades de transmisión sexual ponen de manifiesto un
patrón de relaciones de género y construcciones
recíprocas de masculinidad y feminidad que constituyen
sinergias de salud negativas relacionadas con género".
Velandia (2002) encontró en grupos focales sobre las
prácticas sexuales afirmaciones tales como que:
"Sólo se les debe hablar de sexualidad a los niños
y niñas a partir de cierta edad ("a los diez años",
"a los siete años, antes no", por ejemplo). El temor a
hablar nace, de acuerdo con lo manifestado por algunos de las
entrevistadas, "del miedo a abrirles los ojos a realidades para
las cuales no están preparados." Igualmente aparece el
factor de la vergüenza para abordar ciertas temáticas
con los hombres. "Uno no puede estar todo el tiempo hablando de
sexo" comentaba una de las entrevistadas"; a ello debe
añadirse la dificultad que existe en la prevención
consistente en que "las mujeres no hablan de sexualidad con sus
hijos varones, sino que aparentemente esa labor la descargan en
los hombres de la casa".
Velandia al respecto afirma: "creemos que lo
íntimo para ellas y ellos no es lo vergonzante, pero
tampoco lo mostrable; el sexo es un aspecto más de la vida
sobre el cual no se debe girar; es algo necesario, que
está ahí, y se puede usar; las personas no hablan
del tema en primera persona, sino que prefieren utilizar
referencias a terceros, incluso cuando se trata de tomar
decisiones sobre el propio cuerpo". A ello hay que agregar que el
cuerpo no es asumido por las mujeres con la misma facilidad que
lo hacen los hombres, "Hasta para eso hay que tener el cuerpo
disponible" señalaba alguna de ellas haciendo referencia a
la exigencia de su compañero para tener sexo". (Velandia,
op. cit, pág. 109)
Otra de las sinergias negativas de salud es "que el
coito puede ser una decisión unilateral, no un
acuerdo… no existe un diálogo entre hombres y
mujeres que permita intercambiar opiniones al respecto". Algunas
de entrevistadas consideran que "las mujeres no todas las noches
quieren hacerlo, pero no lo manifiestan a su compañero" y
además que "la mujer tiene que tener compresión",
legitimando esa actitud, mientras que otra decía que
después de acceder a ello "viene el sentimiento de haber
sido usada".
Otra sinergia
negativa está relacionada con la toma de decisión
sobre el uso de métodos de
barrera; las mujeres no se ven a ellas mismas como la persona que
debe tomar la decisión sobre el uso del condón a
ello se añade que algunas mujeres quieren pensar que sus
parejas son fieles, al mismo tiempo consideran que hay hombres
muy "perros" y que por
eso deberían ser ellos quienes deberían cargan con
los preservativos, y de paso, hacerse responsables de la salud de
la mujer al no llevar a casa ninguna enfermedad", al respecto,
algunas de las mujeres entrevistadas señalaron que son
concientes que "el esposo sí puede traer una enfermedad a
casa, y que incluso podría llegar a señalar a la
mujer por el hecho, Velandia, (2002).
Aun cuando las personas conocen de la existencia del
sida, otra de las sinergias de salud negativas es con respecto al
uso que se le debe dar al condón. Las mujeres manifiestan
que "el condón es sólo un instrumento para
planificación
familiar, aun cuando para otras personas sí puede
constituir una herramienta para prevenir una
infección" expresando de paso que se sentía
ajena a la problemática de las ETS gracias a su estatus de
mujer casada. Es evidente que para algunos de los hombres
entrevistados por Velandia, la familia y la fidelidad son
instituciones que tienen en un concepto muy alto -atravesado por
la religión–
y que están dispuestos a defender a pesar de las propias
opiniones o sentimientos, pero en la experiencia, el hombre al
tener relaciones fuera de la pareja asume que está
haciendo "lo que un hombre debe hacer y tan solo hay que
cuidarse con esas mujeres (trabajadoras
sexuales)".
Conclusiones
Los hombres aprenden por la tradición que ellos
ostentan el poder y en la vida cotidiana, en la escuela y por
ellos mismos a ejercer poder sobre las mujeres, a no tenerlas en
cuenta en la toma de decisiones, a no reconocer sus emociones,
deseos, apreciaciones, necesidades. Reconocen a la mujer como
objeto sexual y no como persona; es decir, como alguien que se
emociona, tiene una manera particular de entender, comprender,
explicar y vivenciar el mundo, por tanto no se la reconoce como
sujeta de derechos. Han aprendido a relacionarse en un mundo que
plantea relaciones verticales con las mujeres, læ(o)s
menores y aquellos otros hombres que así se lo
permiten.
Sin embargo, los hombres pueden, por ejemplo, establecer
relaciones diferentes, para ello tienen que darse cuenta que el
género se aprende, se emociona y lenguajea, y que por
tanto se puede desaprender, emocionar de manera diferente y
lenguajear reconociendo a las mujeres, a læ(o)s menores y
aquellos otros hombres que asumen diferentes como seres con
quienes se puede experienciar el cotidiano en una convivencia que
traspase lo patriarcal y lo matrístico, que afecta sus
relaciones cotidianas transformándolas en vínculos
democráticos, hacia una convivencia circular y
solidaria.
Estos cambios generan emergencias que minan las
relaciones de poder patriarcal, posibilitando el encuentro en que
se asume al(a) otr@ como un(a) verdader(a) otr@. Movilizando
así las relaciones sexistas, homo y lesbofóbicas,
para convertirlas en relaciones no excluyentes, de
acompañamiento y respeto, reconocedoras de la
particularidad y la diversidad de todo orden.
El reconocimiento en las relaciones interpersonales de
læ(o)s enferm@s y del riesgo en quienes aun no viven con el
sida, como personas valiosas para la sociedad, productivas,
sujet@s y objetos de afecto, no generará
automáticamente el cambio social, cultural y
político, pero sí posibilitará un cambio
personal y una reflexión investigativa sobre la emergencia
de nuevas relaciones menos sexistas y más equitativas
entre hombres y mujeres y entre los mismos hombres y las mismas
mujeres, y una experiencia más enriquecedora de la
salud.
El sida es una oportunidad para experienciar una
vivencia diferente del cotidiano, para ser solidario con quienes
se asumen o son asumid@s como marginales, para establecer
vínculos, coaliciones y alianzas grupales y colectivas con
hombres y mujeres, que posibiliten, tanto el crecimiento
particular, que nos afecte a nosotr@s mism@s, a læ(o)s
demás y al entorno social de tal forma que se coadyuve a
promover el diálogo por encima de las diferencias, la
creación de alianzas y la política de
coalición, como también, la
retroalimentación y redirección en pos de una
convivencia más armónica, solidaria y
democrática.
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Velandia Mora, Manuel Antonio
Fundación Apoyémonos Fundación
Colombiano de apoyo en sida, Hepatitis y
ETS.
Equiláteros Proyecto
colombiano de diversidades y minorías sexuales
Manuel Antonio Velandia Mora,
Sociólogo, Filósofo, Sexólogo, Especialista
universitario en Gerencia de
Proyectos
Educativos, Magíster en educación, Doctorante en la
Universidad del País Vasco en el Doctorado en
Psicopedagogía. Fundador en 1977 del Movimiento homosexual
colombiano, 24 años de experiencia de trabajo en sida,
investigador social, miembro titular y ex Vicepresidente de la
Sociedad colombiana de sexología, exDirector de la Revista
Latinoamericana de sexología, investigador-docente,
Universidad Cooperativa de
Colombia, Escuela de Postgrados, Bogotá, Colombia.
Director de la Fundación Apoyémonos y de
Equiláteros Proyecto colombiano de diversidades y
minorías sexuales. Reside actualmente en España,
país en el que se halla en trámite de asilo por
discriminación política y sexual en Colombia.
investigadormanuelvelandia[arroba]gmail.com
Artículos del autor pueden encontrarse entre
otros en http://investigadormanuelvelandia.blogspot.com/
http://asiloLGBT.blogspot.com/
http://manuelvelandiaautobiografiayarticulos.blogspot.com
Documento presentado por el autor en el "II Coloquio
Internacional de Estudios sobre Varones y Masculinidades, y I
Congreso Nacional de la Academia Mexicana de Estudios del
Género de los Hombres"; Guadalajara, México, 21-23
de Junio 2006. Versión preliminar fue presentada y
publicada en: Memorias Foro 2003. II FORO EN VIH/SIDA/ITS
en América
Latina y el Caribe. La Habana, Cuba. 2003.
con el titulo Géneros, masculinidades y salud: una
visión desde los sistemas, las emociones y el
lenguaje.
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